octubre 5, 2024

BENDICIÓN DE MASCOTAS EN EL JARDÍN DE SAN FRANCISCO: UNA TRADICIÓN DE AMOR Y FE

Cada octubre, el histórico Jardín de San Francisco, en San Luis Potosí, se llena de alegría, devoción y el bullicio único de cientos de mascotas que, junto a sus dueños, participan en la tradicional bendición en honor a San Francisco de Asís, el santo patrono de los animales.

Este evento, que mezcla fe y amor por los animales, se ha convertido en una de las festividades más entrañables para los potosinos.Desde temprano, las calles del barrio se inundan de colores, ladridos, maullidos y aleteos, en una mezcla de especies que abarca desde perros y gatos hasta aves, tortugas e incluso pequeños roedores.

No importa el tamaño o la especie, lo que prima en esta festividad es el vínculo especial entre los dueños y sus compañeros animales, quienes son recibidos con sonrisas y muestras de cariño por parte de los asistentes y el sacerdote encargado de la bendición.

El ritual, realizado en el Templo de San Francisco, es una muestra de la profunda relación entre la espiritualidad y la naturaleza.

Con una oración sencilla, el sacerdote asperja agua bendita sobre cada una de las mascotas, agradeciendo a Dios por la vida de estos seres que nos acompañan y pidiendo protección para ellos. Para muchos, es un acto simbólico que refuerza el respeto y cuidado hacia los animales, considerados por San Francisco como “hermanos” que comparten con nosotros la creación.

Lo que hace especial esta bendición en el jardín potosino es el ambiente festivo que la rodea.

Familias enteras llegan a pie o en bicicleta, algunos con sus mascotas elegantemente ataviadas en ropa colorida o con pequeños disfraces que arrancan sonrisas y fotografías.

Es común ver a los niños llevando a sus perritos con collares florales o a las aves dentro de jaulas decoradas. La festividad se convierte en una mezcla de devoción y celebración de la vida misma, en todas sus formas.

La Bendición de Mascotas en San Luis Potosí no solo honra la figura de San Francisco de Asís, sino que también refuerza el sentido de comunidad y el respeto por los animales.

En un tiempo en que la conexión con la naturaleza parece desvanecerse, esta tradición recuerda la importancia de reconocer y valorar a los seres con los que compartimos el mundo, sean grandes o pequeños, peludos o emplumados.

Al final de la jornada, lo que queda es una sensación de gratitud. Gratitud por la vida de quienes nos acompañan en las alegrías y tristezas cotidianas, y por mantener viva una tradición que, año con año, sigue tocando los corazones de quienes participan en ella.

Por: Cristopher Galván