ÉL DÍA DE REYES Y LA TRADICIÓN DE LA ROSCA: UN DULCE CIERRE DE LAS FIESTAS
El 6 de enero, las familias se reúnen una vez más para celebrar el Día de Reyes, una de las festividades más queridas que marca el final de la temporada navideña. Es un día que combina la ilusión de los más pequeños con la calidez de compartir la tradicional rosca de Reyes, símbolo de unidad, esperanza y renovación.
La mesa se llena de alegría cuando la rosca, decorada con frutas cristalizadas y azúcar, se coloca en el centro. Cada rebanada trae consigo la expectativa de encontrar al niño escondido, representando al Niño Jesús. Quien lo descubre, además de recibir las bromas y aplausos del momento, asume el compromiso de ofrecer tamales el 2 de febrero, durante el Día de la Candelaria.
Los panaderos trabajan desde días antes, llenando las panaderías con el dulce aroma de la rosca recién horneada, mientras las familias hacen fila para llevar a casa este delicioso pan que une generaciones. Desde roscas tradicionales hasta aquellas rellenas de nata, chocolate o frutas, la variedad crece cada año, pero la esencia de la tradición permanece intacta.
El Día de Reyes no solo celebra la llegada de los tres sabios al pesebre, sino que también nos recuerda la importancia de compartir, de mantener vivas las tradiciones y de disfrutar de los pequeños momentos que unen a las familias y fortalecen los lazos comunitarios.
Así, con cada rebanada de rosca y cada taza de chocolate caliente, el Día de Reyes nos invita a cerrar las festividades con una sonrisa y a empezar el año con gratitud y buenos deseos.
Por: Cristopher Galván